El salón de Pompeya en el complejo Solaria se iluminó de forma tenue el jueves pasado. Entre mesas repletas de charlas y copas, un piano esperaba en el centro de la escena. Apenas sonaron los primeros acordes, las conversaciones bajaron de tono y la música tomó protagonismo. Tapas y Piano, el ciclo que se consolidó como una cita imperdible de la gastronomía y la música en Parque Leloir, volvió a reunir a vecinos, amigos y curiosos que se animaron a cantar.

No fue un karaoke. Se sintió más cercano, casi íntimo: un pianista que guiaba, un público que acompañaba y algunos valientes que se animaron al micrófono. Desde las mesas se corearon clásicos de Andrés Calamaro, Fito Páez y Tan Biónica, mientras que un momento romántico sorprendió con baladas de Sin Bandera.

El detalle de la noche estuvo en el teclado: Ticky Mago, músico de Cruzando el Charco, fue quien condujo el repertorio, marcando el ritmo entre aplausos y coros espontáneos. Su estilo le dio un aire fresco a la propuesta, que ya encontró un sello propio en Leloir.

Pompeya acompañó la velada con un menú especial de tapas en Parque Leloir diseñado para compartir. Entre las opciones se destacaron los bastones de muzzarella, de pollo y de pollo frito, buñuelos, hummus y papas fritas clásicas o a la provenzal. Las rabas y las empanadas fueron las estrellas de la noche, Castelar Digital recomienda las empanadas de bondiola, todo acompañado por cerveza IPA, ideal para completar la experiencia gastronómica y musical del ciclo.

Pompeya, con más de una década de historia en la Zona Oeste y sucursales en Castelar, Haedo y Ramos Mejía, encontró en Parque Leloir un espacio para cruzar sabores, arte y comunidad. Tapas y Piano es apenas una muestra de esa búsqueda constante por darle una vuelta cultural a la experiencia gastronómica.

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